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Vuelta al día a día
La vuelta a la normalidad después de tantos días de vacaciones puede resultar difícil. Hay que volver al ritmo de vida y a los horarios habituales de sueño, comidas, estudios, trabajo... incluso, en algunos casos, a la oficina después de meses de teletrabajo. Para que la adaptación sea más fácil hay algunos hábitos que podemos ir modificando poco a poco.
Comer bien La alimentación a cualquier edad debe ser variada y equilibrada, que incluya alimentos de todos los grupos y en las cantidades suficientes para cubrir las necesidades nutritivas y energéticas. Se recomienda consumir a diario frutas y verduras que además de fibra, que ayuda a regular en tránsito intestinal, son una fuente importante de vitaminas, minerales y antioxidantes. No olvidarnos de las legumbres, los frutos secos, cereales integrales.Dar preferencia a las proteínas vegetales y, en cualquier caso al consumo de pescado -especialmente el azul- sobre la carne. Es conveniente hacer tres comidas principales y dos tentempiés, a media mañana y a media tarde.
Dormir bien El sueño es, junto con una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio físico, un pilar básico para mantener la salud. Es necesario para mantener la capacidad de ciertas actividades mentales como la concentración, la memoria, el aprendizaje o el raciocinio. Ejerce un efecto beneficioso sobre el sistema inmunológico y aumenta la resistencia del organismo a las enfermedades. Al dormir se relaja el corazón, la respiración, el metabolismo, la circulación sanguínea, todo el aparato locomotor (músculos y articulaciones) con lo que se libera la tensión acumulada durante el día. Todos los órganos y funciones fisiológicas se ven beneficiados por el sueño reparador.
Algunos consejos sencillos para dormir bien: procurar acostarse y levantarse a la misma hora, evitar cenas copiosas, crear un ambiente agradable que favorezca el sueño (luz, temperatura, ruidos), utilizar un colchón y una almohada adecuados y ropa cómoda.
Hacer ejercicio físico La práctica de ejercicio físico, con regularidad y adaptado a la edad y condiciones de cada uno proporciona beneficios tanto físicos como psicológicos. Es beneficioso para la salud del corazón y de la circulación, del aparato locomotor y del metabolismo (disminuye el colesterol y ayuda a perder peso). A nivel psicológico, disminuye el estrés, la ansiedad y la sensación de fatiga, y aumenta la sensación de bienestar, mejora la autoestima y la calidad del sueño.
Cuidar el intestino Ciertos componentes de los alimentos se relacionan de un modo especial con el buen funcionamiento del sistema digestivo, como es el caso de la fibra presente en las hortalizas y frutas frescas. Así mismo, es fundamental mantener el equilibrio de la flora intestinal ya que desarrolla importantes funciones para la salud. Entre otras cosas, ejerce un efecto barrera impidiendo que se implanten y proliferen otros gérmenes dañinos para el organismo, interviene en la síntesis de determinadas vitaminas como la vitamina K, algunas vitaminas del grupo B y ácido fólico, y estimula el sistema inmunitario o defensivo del organismo.
Los yogures, el kéfir y otros lácteos fermentados actúan sobre la flora intestinal favoreciendo el desarrollo de bacterias beneficiosas y manteniendo el equilibrio de la misma. Son alimentos de fácil digestión y buena asimilación intestinal. También se pueden encontrar en el mercado productos que llevan incorporados microorganismos (probióticos) y fibra (prebióticos).
Recuperar energía Si nos hace falta un empujoncito energético, algunos productos naturales derivados de la colmena nos pueden ayudar: la jalea real, el polen y la miel, son los más utilizados. Contienen azúcares, vitaminas y minerales, oligoelementos y otras sustancias que aumentan el tono vital, mejorando la sensación de fatiga física e intelectual, e incrementan las defensas del organismo haciéndolo mas resistente a las infecciones.
Preparar las defensas Hay que fortalecer el sistema inmunitario para hacer frente a los rigores del largo invierno, evitando así la aparición de los molestos catarros. Podemos apoyarnos en algunos estimulantes naturales. Propóleo: es un producto elaborado por las abejas que posee múltiples propiedades preventivas y terapéuticas. Es antiséptico, cicatrizante, antiinflamatorio, inmunoestimulante, ligeramente analgésico, antioxidante y revitalizante. Equinácea: planta de reconocida eficacia como estimulante inmunológico. Aumenta las defensas, tiene acción antibacteriana, antivírica, antiinflamatoria y cicatrizante. Tomillo: contiene aceite esencial al que debe la mayoría de sus propiedades. Por su acción expectorante y antiséptica es muy útil en infecciones respiratorias. Es un estimulante de las defensas ya que favorece la acción de los leucocitos.
Dominar el estrés: El estrés es la respuesta fisiológica del organismo frente a un estímulo que considera amenazante. Es necesario cierto grado de estrés para hacer frente a las demandas del entorno y a determinadas situaciones, pero cuando el organismo no es capaz de responder adecuadamente a estas situaciones, y está en estado permanente de alerta, se agotan sus energías y aparecen las manifestaciones del exceso de estrés: dolor de espalda, palpitaciones, mal humor, trastornos gastrointestinales, insomnio, dolor de cabeza, etc.
Hay algunas medidas sencillas que ayudan a reducir el estrés: hacer ejercicio físico regularmente, dormir el tiempo necesario, organizar bien el tiempo, realizar actividades de ocio que sean gratificantes, llevar una alimentación adecuada, desarrollar habilidades para afrontar y resolver problemas, comunicar nuestras cosas a alguien de confianza, la relajación y la musicoterapia.